domingo, 30 de octubre de 2011

La frugalidad de Keynes y el chófer de Einstein

La limitación de efectivo en los mercados es una gran catástrofe para la economía mundial porque los distintos países y las empresas están recortando sus gastos de forma notoria, con una directa repercusión en el nivel de paro, y el resultado lleva a lo que Keynes denominó la paradoja de la frugalidad.

Todas las empresas hacen lo que consideran más prudente, pero el recorte de costes agudiza la crisis y perjudica a todos, incluso a ellas mismas. Y esta frugalidad implicará la necesidad de políticas monetarias y fiscales expansivas para animar el consumo, la demanda y el crédito. Keynes  lo tenía muy claro, “el motor de las empresas no es el ahorro, sino los resultados”.

Los recortes que nos impone la UE (Alemania y Francia) son un freno a nuestra capacidad de recuperación. Y la exigencia de capitalización para nuestros bancos un verdadero error. El motor de nuestra reactivación del flujo circular de la renta es el crédito.

Y hablando de motores quiero traer aquí una anécdota.

Albert Einstein, tras ganar el Nobel de Física (por sus estudios sobre el efecto fotoeléctrico y no por la teoría de la relatividad…), impartió multitud de conferencias por todo el país, y solía viajar en coche con un chófer al que un día le comentó que era aburrido repetir siempre lo mismo. El chófer le contestó: “Le he oído tantas veces que me conozco de memoria su conferencia. Si quiere, cualquier día le sustituyo”.

Einstein le propuso hacerlo en alguna Universidad donde no fuera conocido (en aquellos tiempos no había tanta capacidad en los  medios informativos como hoy en día).

Y eso hicieron. Todo iba perfecto hasta que, tras la conferencia, llegó el turno de preguntas…y alguien hizo una pregunta complicada. Como no tenía ni idea, le respondió con astucia: “Su pregunta, caballero, es tan sencilla que estoy seguro de que hasta mi chófer podría contestarla, así que dejaré que sea él mismo quien le responda”.

Mark de Zabaleta
www.markdezabaleta.com

domingo, 23 de octubre de 2011

Paradoja de Russell ¿Dios No existe?

Bertrand Russell (1872/1970) posiblemente haya sido uno de los filósofos más influyentes del siglo XX. Es considerado uno de los fundadores de la Filosofía Analítica (claridad y argumentación lógica)… Nieto de Lord John Russell, primer Conde de Russell, quien fue dos veces Primer Ministro con la Reina Victoria, y ahijado del gran economista John Stuart Mill. Vivió una vida muy intensa, abogó en contra de la guerra, peleó contra la religión (cualquier manifestación de ella), estuvo preso varias veces, se casó cuatro veces (la última a los 80 años)…y ganó el premio Nobel de Literatura en 1950.
La paradoja de Russell o paradoja del barbero, descrita por Bertrand Russell en 1901, demuestra que la teoría original de conjuntos formulada por los matemáticos de su tiempo Cantor y Frege es contradictoria.
Supongamos un conjunto que consta de elementos que no son miembros de sí mismos. Así  un conjunto que consta de "libros" no es miembro de sí mismo porque el conjunto en sí no es un libro. Russell preguntaba a estos matemáticos si el conjunto de los conjuntos que no forman parte de sí mismos (es decir, aquel conjunto que engloba a todos aquellos conjuntos que no están incluidos en sí mismos, como el de "libros" en el ejemplo anterior) forma parte de sí mismo. La paradoja consiste en que si no forma parte de sí mismo, pertenece al tipo de conjuntos que no forman parte de sí mismos y por lo tanto forma parte de sí mismo. Es decir, formará parte de sí mismo sólo si no forma parte de sí mismo.
La paradoja de Russell ha sido expresada con múltiples ejemplos, el más conocido es la paradoja del barbero que podríamos resumir:
En un lejano emirato había un barbero llamado Asamet, diestro en afeitar cabezas y barbas, maestro en limpiar pies y en poner sanguijuelas. Un día el emir se dio cuenta de la falta de barberos en el emirato, y ordenó que los barberos sólo afeitaran a aquellas personas que no pudieran hacerlo por sí mismas. Cierto día el emir llamó a Asamet para que lo afeitara y él le contó sus angustias:
En mi pueblo soy el único barbero. No puedo afeitar al barbero de mi pueblo, ¡que soy yo!, ya que si lo hago, entonces puedo afeitarme por mí mismo, por lo tanto ¡no debería afeitarme! Pero, si por el contrario no me afeito, entonces algún barbero debería afeitarme, ¡pero yo soy el único barbero de allí!

La paradoja hizo surgir un problema importante: si las Matemáticas se basan en la teoría de los conjuntos que esta paradoja ataca, ¿cómo se soluciona este dilema? Tras varios años de elucubraciones, los lógicos matemáticos  zanjaron la cuestión estipulando que un conjunto que se contenga a sí mismo no es un conjunto.
Finalmente esta Paradoja puede expresarse también en términos teológicos: «Si el Dios omnipotente existe, ¿podría crear un peso tan pesado que ni él pudiera levantar? Tanto si puede como si no puede, no existiría un Dios omnipotente».
Tema de interesante debate…

Mark de Zabaleta
www.markdezabaleta.com


domingo, 16 de octubre de 2011

Teoría de Juegos: El Dilema del Prisionero

Muchas situaciones del mundo real pueden estudiarse como si se tratase de un juego y ser analizadas mediante el uso de la Teoría de Juegos.
El Equilibrio de Nash en la teoría de los juegos no cooperativos es de gran utilidad en economía, ya que la correcta aplicación de esta herramienta permite obtener resultados óptimos incluso cuando los costes y beneficios de cada opción no están fijados de antemano sino que dependen de las elecciones de los otros individuos.
El ejemplo más conocido en la aplicación de la teoría de juegos es el dilema del prisionero, que fue  popularizado por el matemático Tucker. Partiendo de un simple planteamiento, este dilema permite comprender la naturaleza de la cooperación humana. El enunciado del dilema del prisionero es:
La policía tiene dos sospechosos de un crimen. No se han encontrado pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, un Comisario visita a cada uno por separado y les ofrece el mismo pacto. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a diez años de prisión mientras que el chivato será liberado. Por el contrario, si calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y el cómplice será quien salga libre. Pero si ambos confiesan el crimen, cada uno recibirá una condena inferior, de sólo seis años. Si ninguno confiesa, ante la ausencia de pruebas, no pasarían más de seis meses de cárcel.
El tiempo que pasarían en prisión depende básicamente de lo solidarios o egoístas que sean  estos “presuntos” delincuentes. Cada prisionero tiene dos opciones: cooperar con su cómplice permaneciendo en silencio y quedar ambos libres en seis meses, o traicionarlo confesando para quedar libre de inmediato mientras su “socio” pasa 10 años entre rejas. Lo que hace interesante el dilema es el hecho de que el resultado de cada elección depende de la elección del cómplice, y cada uno desconoce qué ha elegido el otro.

Supongamos que ambos son completamente egoístas y tienen como único objetivo reducir el tiempo que pasarán detenidos. Ello hace que la tentación de ser el primero en confesar sea enorme, ya que significaría su libertad inmediata y una condena de 10 años para su cómplice. Evidentemente, el otro sospechoso está razonando de la misma manera, buscando salir en libertad de inmediato. Siendo egoístas, la posibilidad de que ambos confiesen y pasen 6 años entre rejas es muy grande.
Si ambos mantienen la boca cerrada serían 6 meses para cada uno, un año en total…
Por tanto, el interés por el bien común permite un mejor resultado.  Dudando que estos dos delincuentes puedan tener algún interés  altruista, lo cierto es que la confianza en el comportamiento del otro puede permitir el mejor resultado. Desde una fría lógica, confesar es la estrategia dominante para ambos jugadores. Sea cual sea la elección del otro jugador, reducen su sentencia confesando. Pero esta no es la mejor opción en el caso de que ambos tomen esa decisión. Este es la clave del dilema.
El resultado de las interacciones individuales produce un resultado que no es óptimo, porque existe una situación en la que las expectativas de uno de los detenidos pueden  mejorar  sin que ello implique perjudicar al otro. De hecho, si ambos callan reciben una pena total de un año (seis meses cada uno), mientras que en los demás casos recibirían 10 (si confiesa uno solo y sale libre) o 12 (seis años cada uno en caso de que ambos confiesen de inmediato).

El dilema del prisionero nos permite llegar a una reflexión muy coherente: cuando buscamos el interés del grupo, obtenemos más beneficios que cuando se busca maximizar el resultado individual.
Y la Teoría de Juegos permite mejorar la toma de decisiones.

Mark de Zabaleta
www.markdezabaleta.com

viernes, 7 de octubre de 2011

"El equilibrio de Nash", este hombre es un genio…

La vida de John Forbes Nash (1928) ha inspirado una biografía y la  película ganadora de cuatro Óscar: "A beautiful mind", "Una mente maravillosa". 
Economista estadounidense y profesor en la Princeton University de New Jersey que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1994 por sus pioneros análisis del equilibrio en la teoría de los juegos no cooperativos.
En la teoría de juegos, un juego no-cooperativo es uno cuyos jugadores toman decisiones independientemente para su beneficio personal, lo cual no impide que en algunos casos dicha toma de decisiones pueda favorecerlos a todos, como es lo que se busca en los juegos cooperativos
Cuando, a los veinte años, solicitó ser admitido como alumno en Princeton, la carta de recomendación escrita por su profesor tenía solo una línea: "Este hombre es un genio".
En Princeton trabajaban en ese momento genios como  Einstein y Von Neumann, lo que le animó a destacar,  superarse a sí mismo y buscar un reconocimiento… Inventó un juego matemáticamente perfecto, en el cual se basa el Hex.
Con 21 años escribió una tesina en la que expuso por primera vez su solución para juegos estratégicos no cooperativos, lo que desde entonces se llamó "el equilibrio de Nash", que tuvo el  reconocimiento de todos los especialistas. 
El punto de equilibrio de Nash es una situación en la cual todos los jugadores han puesto en práctica -y saben lo que han hecho todos- una estrategia que maximiza sus ganancias dadas las estrategias de los otros. Consecuentemente, ningún jugador tiene incentivo alguno para modificar individualmente su estrategia.
En 1958 se le diagnosticó una esquizofrenia paranoica que lo dejó prácticamente marginado de la sociedad e inútil para el trabajo científico durante dos décadas. Pasado ese lapsus, en los años setenta, recuperó su salud mental y pudo volver a la docencia y la investigación con nuevas geniales aportaciones…que le permitieron obtener un Premio Nobel. 

Mark de Zabaleta