sábado, 1 de septiembre de 2018

La gran paradoja ...




La riqueza de las naciones de Adam Smith (1776), un filósofo escocés que es considerado como el padre de la Economía, ha sufrido el destino reservado a la mayoría de los “clásicos”: es una obra más comentada que leída. Desde su llegada a Londres en 1849, Karl Marx tuvo mucho tiempo para consagrarse a El Capital…un borrador que había iniciado un par de años antes, y del que no publicó un primer volumen hasta el año 1867 (veinte años …). El segundo volumen del capital fue publicado por Engels en 1885 (dos años antes, en 1883, había fallecido Marx en Londres).
En términos modernos, Smith estaba interesado en el desarrollo de una teoría del crecimiento económico. En las primeras páginas de su obra “Una investigación sobre el origen y las causas de la riqueza de las naciones”, Smith anunció su explicación fundamental del crecimiento económico: “la división del trabajo”.
La utilización del término “riqueza” es clave en su definición de “actividad productiva”. Para Smith, sólo los resultados de los empleos productivos del trabajo debían contarse para calcular el producto social. Quedaban excluidas las actividades de “servicios” porque no rendían productos tangibles o excedentes que se pudieran reinvertir. Se derivaba que todas las actividades gubernamentales eran improductivas…junto a clérigos, abogados etc.
Marx definió una teoría de la realidad social en su Materialismo Histórico…donde básicamente hay una estructura económica donde coexisten dos clases sociales: la de los capitalistas o explotadores y la de los proletarios o explotados. Sobre esta Estructura Económica encontramos una Superestructura Ideológica (política, moral, religión, derecho, arte y filosofía) que delimita una Conciencia Social. La estructura económica condiciona la superestructura ideológica y ésta justifica a aquella, lo que permite su supervivencia. Los sistemas político, jurídico y religioso forman el esqueleto fundamental de esa conciencia social o superestructura. Y permiten justificar y mantener la situación de explotadores y explotados.
El “capitalismo” de Adam Smith y su “mano invisible” que logra un precio entre vendedores y compradores y el socialismo a ultranza de Karl Marx y su lucha de clases para evitar la apropiación indebida de la plusvalía del trabajador… llegan a una increíble paradoja de la Economía:
Mientras se puede visitar gratis la tumba de Adam Smith en un cementerio perdido en Canongate, Edimburgo, para visitar el cementerio de Highgate, en Londres, donde está enterrado Karl Marx, hay que pagar unas cuantas libras. 
Es gratis visitar el capitalismo y hay que pagar por ver la cuna del comunismo.

Mark de Zabaleta

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