sábado, 10 de diciembre de 2022

Keynes y Einstein ...


 La limitación/reducción de efectivo en los mercados es una gran catástrofe para la economía mundial porque los distintos países y las empresas recortan sus gastos de forma notoria, con una directa repercusión en el nivel de paro, y el resultado lleva a lo que Keynes denominó la paradoja de la frugalidad.

Todas las empresas hacen lo que consideran más prudente, pero el recorte de costes agudiza la crisis y perjudica a todos, incluso a ellas mismas. Y esta frugalidad implicará la necesidad de políticas monetarias y fiscales expansivas para animar el consumo, la demanda y el crédito. Keynes lo tenía muy claro, “el motor de las empresas no es el ahorro, sino los resultados”.

La subida del tipo de interés que nos impone la UE, obsesionada por frenar una inflación causada por la guerra, son un freno directo a nuestra teórica capacidad de recuperación. El motor de nuestra reactivación del flujo circular de la renta es el crédito. Y el crédito, como bien saben, sigue siendo complicado de obtener… e imposible pagar para quienes tienen una hipoteca a tipo variable.

Y hablando de paradojas quiero traer aquí una anécdota.

Albert Einstein, tras ganar el Nobel de Física (por sus estudios sobre el efecto fotoeléctrico y no por la teoría de la relatividad…), impartió multitud de conferencias por todo el país, y solía viajar en coche con un chófer al que un día le comentó que era aburrido repetir siempre lo mismo. El chófer le contestó: “Le he oído tantas veces que me conozco de memoria su conferencia. Si quiere, cualquier día le sustituyo”.

Einstein le propuso hacerlo en alguna Universidad donde no fuera conocido (en aquellos tiempos no había tanta capacidad en los medios informativos como hoy en día…y no existía internet).

Y eso hicieron. Todo iba perfecto hasta que, tras la conferencia, llegó el turno de preguntas…y alguien hizo una pregunta complicada. Como no tenía ni idea, le respondió con astucia: “Su pregunta, caballero, es tan sencilla que estoy seguro de que hasta mi chófer podría contestarla, así que dejaré que sea él mismo quien le responda”.

 

Mark de Zabaleta

 

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