La
riqueza de las naciones de Adam Smith (1776), un filósofo escocés que es considerado como el
padre de la Economía, ha sufrido el destino reservado a la mayoría de los
“clásicos”: es una obra más comentada que leída. Desde su llegada a Londres en
1849, Karl Marx tuvo mucho tiempo para
consagrarse a El Capital…un borrador que había iniciado un par de años
antes, y del que no publicó un primer volumen hasta el año 1867 (veinte años …).
El segundo volumen del capital fue publicado por Engels en 1885 (dos años antes,
en 1883, había fallecido Marx en Londres).
En términos modernos, Smith estaba interesado en el
desarrollo de una teoría del crecimiento económico. En las primeras páginas de
su obra “Una investigación sobre el origen y las causas de la riqueza de las
naciones”, Smith anunció su explicación fundamental del crecimiento económico:
“la división del trabajo”.
La utilización del término “riqueza” es clave en su
definición de “actividad productiva”. Para Smith, sólo los resultados de los
empleos productivos del trabajo debían contarse para calcular el producto
social. Quedaban excluidas las actividades de “servicios” porque no rendían
productos tangibles o excedentes que se pudieran reinvertir. Se derivaba que todas las actividades
gubernamentales eran improductivas…junto a clérigos, abogados etc.
Marx definió una teoría de la realidad social en su
Materialismo Histórico…donde básicamente hay una estructura económica donde
coexisten dos clases sociales: la de los capitalistas o explotadores y la de
los proletarios o explotados. Sobre esta Estructura Económica encontramos una
Superestructura Ideológica (política, moral, religión, derecho, arte y
filosofía) que delimita una Conciencia Social. La estructura económica
condiciona la superestructura ideológica y ésta justifica a aquella, lo que
permite su supervivencia. Los sistemas político, jurídico y
religioso forman el esqueleto fundamental de esa conciencia social o
superestructura. Y permiten justificar y mantener la situación de explotadores
y explotados.
El “capitalismo” de Adam Smith y su “mano invisible”
que logra un precio entre vendedores y compradores y el socialismo a ultranza
de Karl Marx y su lucha de clases para evitar la apropiación indebida de la
plusvalía del trabajador… llegan a una
increíble paradoja de la Economía:
Mientras
se puede visitar gratis la tumba de Adam Smith en un cementerio perdido en
Canongate, Edimburgo, para visitar el cementerio de Highgate, en Londres, donde
está enterrado Karl Marx, hay que pagar unas cuantas libras.
Es
gratis visitar el capitalismo y hay que pagar por ver la cuna del comunismo.
Mark
de Zabaleta
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